martes, octubre 17, 2006



Capital Federal pierde una casa cada dos días

Desde 2003 hasta hoy, la demolición en la ciudad creció más del 50%; Caballito y Villa Urquiza, los lugares más buscadosEn lo que va del año, en la Capital se ha derribado al menos una casa cada dos días.

En Caballito, las casas son adquiridas y demolidas para luego construir torres exclusivas.

El frenético crecimiento de la construcción inmobiliaria y la escasez de terrenos aptos para la edificación de torres o edificios, entre otros factores, determinaron que la demolición creciera más del 50% desde 2003 hasta hoy. En la última década se redujo casi 30 por ciento el total de viviendas bajas en Buenos Aires, que posee hoy unos 30.000 edificios de más de cinco pisos, segun datos oficiales. Hay una realidad: desde enero hasta ahora, 150 casas y galpones fueron derribados de acuerdo con un relevamiento en las empresas que integran la Cámara de Demoledores y Excavadores de la Argentina, cifra que seguramente es mayor, ya que hay otras firmas que realizan esas tareas y están fuera de este organismo, además de las que se hacen por medio del trabajo en negro. Según la Cámara, este fenómeno también se proyectó en distintas ciudades del país. "Esta es la mejor época de la construcción, y en la Capital se demuele una casa cada dos días. En el país la cifra sube de manera significativa, porque en total se derriba una casa y media por día. Ha crecido mucho la actividad en los últimos tiempos impulsada por la gran demanda inmobiliaria", sostuvo a LA NACION Miguel Ippólito, presidente de aquel organismo. De acuerdo con un informe de la Dirección General de Estadística y Censos del gobierno porteño, hasta julio pasado se autorizó la construcción de 1.451.529 m2 en la Capital, mientras que en todo 2005 fueron 1.954.598. "Las zonas donde más se trabaja en la demolición de casas y galpones son La Imprenta, Palermo Hollywood, Caballito. Villa Devoto y Villa Urquiza. El barrio de Barracas también es muy buscado por los capitales inmobiliarios, pues es una zona de expansión y de nuevos emprendimientos", dijo Ippólito. Lo cierto es que para demoler una propiedad los valores oscilan entre 50 y 70 pesos el m2, pero los costos varían mucho según la zona y el acuerdo que se lleve adelante entre las partes involucradas, pues muchas empresas demoledoras se quedan con los escombros y luego los revenden. Claro que la falta de precios promedio se debe a la dificultad para elaborar presupuestos fijos: por la complejidad de la demolición, la ubicación -en el centro cuesta más por los espacios reducidos-, el tránsito y los peatones. "Con respecto al año pasado ha crecido más del 50% la actividad. Hemos tirado unas 30 casas en lo que va del año en la Capital. La gente volvió a invertir en el ladrillo para ahorrar, porque no hay seguridad en los bancos. Y el negocio inmobiliario es muy importante en el país", contó a LA NACION Juan Carlos Capurro, dueño de Casa Capurro, en Palermo, que hace 17 años que está en la actividad. "La empresa concreta dos obras grandes por mes, aproximadamente. Para demoler una casa se tarda unos 15 días. Hasta el mes pasado se concretaron unas 18 obras", aseguró Esteban Ledesma, empleado de la empresa Bruno Galuzzo e Hijos. En tanto, para los propietarios de Demoliciones Mitre SRL, en los últimos cinco años fue muy alto el incremento en las demandas de trabajos. "Han subido 40% los pedidos para demoler tanto casas como galpones de fábricas: hemos tirado dos bodegas donde se harán distintos emprendimientos. La actividad es muy grande y hay casas muy buenas que son derribadas porque los terrenos son aptos para edificar", explicó Maximiliano Mauriño, jefe de obra y socio de la empresa. Un proceso "positivo" Aunque muchos vecinos no opinan lo mismo, en la Cámara Inmobiliaria Argentina aseguraron que, a falta de lotes aptos para la edificación, es valioso el proceso de demolición de casas para construir departamentos. "Me parece muy positiva esta demanda; la mayoría de los lotes en los cuales se están construyendo nuevos condominios están ubicados en la segunda línea de los barrios. Hoy no hay lotes ni casas frente a las plazas, por ejemplo. Esto es muy bueno, porque va cambiando la fisonomía del barrio, se va modernizando y se incrementa su nivel poblacional. Y hace que el barrio tenga un mayor dinamismo y que se formen nuevos focos comerciales", indicó Hugo Mennella, presidente de la Cámara Inmobiliaria. Alvaro González, presidente de la Comisión de Planeamiento Urbano de la Legislatura porteña, indicó que "lo que se hace está permitido, no va en contra de la ley. Hay áreas de protección histórica que se resguardan por ley. Esto impide la demolición de determinados condominios considerados patrimonios históricos". El legislador también dijo que ya trabajan para introducir varias reformas en el Código de Planeamiento Urbano. El fenómeno también llega a Mar del Plata y RosarioTopadoras, picos y palas son periódicos protagonistas del cambio de imagen que viven distintos sectores de las ciudades de Mar del Plata y Rosario. Es que las inversiones inmobiliarias avanzan en busca de nuevos espacios. En el caso de Mar del Plata, la falta de lotes libres lleva a demoler viejas propiedades -algunas de ellas de gran valor patrimonial y cultural- con tal de hacer lugar a nuevas torres de departamentos y locales comerciales. La costa, desde Playa Grande hasta La Perla, es el escenario favorito de quienes apuestan a la construcción de grandes emprendimientos de categoría. "El movimiento del sector inmobiliario es el mayor de los últimos años", reconoce el titular del Colegio de Martilleros Públicos, Miguel Angel Donsini. El dato se refleja en números: Mar del Plata ya logró 210.000 m2 de construcciones en los últimos doce meses, 40% más que en el mismo período anterior. En Rosario, el auge de la construcción que alentó la bonanza que disfrutan los campos sojeros de la región amenaza con cambiar drásticamente el paisaje urbano de la ciudad. Allí las inversiones también se concentran sobre la costa, en este caso la del río Paraná, donde para fin de año habrá 170 nuevos edificios. La avidez por conseguir terrenos impulsó la demolición de edificios, y esta situación obligó a la intendencia local a poner en marcha un plan orientado a proteger el patrimonio urbano del municipio. "Desde que se abrió el corralito, la plata que se pudo recuperar se invirtió en ladrillos -comentó el vicepresidente del Colegio de Arquitectos, Emilio Ferrugio-. Lo primero fue buscar casas que se puedan demoler, que no pertenezcan al patrimonio histórico y estén en una zona donde se pueda alcanzar la altura necesaria para que el negocio sea redituable."

Fuente: (La Nación)

No hay comentarios.: